El matrimonio desde el lente del amor

enero 19, 2018

Por Andrea Owen

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Se define usualmente como una institución legal, la unión entre un hombre y una mujer que se rige por ciertas pautas legales y obligaciones para el cuidado y protección de la familia.  De inmediato, las palabras, obligación, pautas, institución traen esta connotación de rigidez que se ha vuelto parte del inconsciente colectivo en la sociedad.

Sin darnos cuenta hemos introyectado creencias como: “el matrimonio es una cadena perpetua”, “estar casado es perder la libertad” “si te casas vas a sufrir”, entre otras.  Y es que olvidamos que el matrimonio es en realidad la unión de dos seres humanos imperfectos que se ven motivados a compartir su vida principalmente por el amor.

Generalmente el amor suele confundirse con ese encuentro súbito, esa sensación placentera de compartir con otra persona esa química y atracción que conduce a la pasión. Nos sentimos afortunados de haber encontrado el amor como su fuese una joya a la que solo algunos privilegiados tienen acceso  ¿Es entonces el amor un golpe de suerte que conduce más adelante al insípido matrimonio? O es que en realidad estamos ante una profunda confusión existencial acerca del mismo.

En su obra, “El Arte de Amar”, El psicólogo y filósofo humanista Erich Fromm define el amor como un arte, una actividad que requiere conocimiento, práctica y esfuerzo; no podemos ser buenos en aquello que no practicamos con disciplina y buena disposición.

“Si el amor fuera solo un sentimiento la promesa de amarse para siempre no tendría sentido, porque los sentimientos van y vienen. Amar es una decisión, es un juicio en una promesa”. Erich Fromm, fragmento del arte de amar.

Si vemos el matrimonio a través del lente del amor, a través de una decisión de dar y recibir, una mutua tolerancia y empatía de dos seres imperfectos que se unen por una genuina compatibilidad, no seremos más víctimas del inconsciente colectivo y creencias ancestrales, seremos los arquitectos de nuestra propia experiencia.  Recordemos entonces que el amor no se busca, se vive cada día con dosis diarias de autocuidado, auto confianza y respeto, ese amor luego se proyecta a los demás y se transforma en una filosofía de vida.

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