A menudo en nuestra vida cotidiana nos encontramos con situaciones familiares, laborales o sociales en las que surgen problemas de comunicación. Es desagradable escuchar un grito, intercambiar opiniones y no lograr un dialogo, nos sentimos frustrados si no nos escuchan y en más de alguna ocasión, somos nosotros quienes decidimos poner una barrera y no escuchar al interlocutor.
Hablamos de asertividad y empatía sin saber su profundo significado, porque en general nos enfocamos en ver y escuchar los mensajes solamente de forma superficial, a veces por falta de tiempo y sobre todo falta de conocimiento.
La empatía es la capacidad de ponernos en el lugar del otro, pero personalmente creo que debe ir acompañada de una comprensión profunda del otro y su mundo. La esposa molesta al hablar por teléfono con su marido que llega tarde toda la semana por exceso de trabajo; realmente pide a gritos un tiempo de calidad con su esposo. Atrás del enojo de esa niña cuando la llevan a clases de natación puede que exista un miedo intenso a nadar después del percance que sufrió en su primera lección. Es posible que esas repetidas llamadas de papá a su hijo sean en realidad manifestaciones de ansiedad y un poco de soledad.
Si buscamos más allá de la superficie; encontraremos respuestas reveladoras que abrirán un camino alterno de comprensión y muchas veces compasión. Aunque no podremos cambiar la forma de comunicación de los demás; el solo hecho de comprenderlos hará una diferencia en nuestro estilo personal de comunicación.
Si tratamos intencionalmente de ver con una mirada profunda al alma, descubriremos que poco a poco nos acercaremos a la empatía y está será el cimiento de una comunicación eficaz con los demás.
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